¿Qué será una tarea fácil? No, en realidad no, pues es un proceso por el que debemos a travesar para poder perdonar, pero es esencial para poder dar el perdón, sabernos perdonados por Dios, es decir, haber experimentado ese perdón por parte de Dios tal cual lo experimento el Rey David cuando escribió el Salmo 50… Ahora bien, analicemos los siguientes escenarios para que podamos ahondar un poco más, cuando hacemos referencia a desarrollar una capacidad de perdón: el primer escenario, cuando somos nosotros que al efectuar un análisis de conciencia de manera regular, reconocemos nuestra faltas y acudimos al sacramento de la reconciliación, ejemplo sencillo: el quinto mandamiento dice: no mataras, ahora cuestionémonos: ¿Cuántas veces no hemos matado una idea, una ilusión, la alegría o el entusiasmo en otro, por nuestra soberbia, arrogancia o por no saber gestionar nuestro carácter o temperamento? ¿Cuántas veces no hemos matado a otro hermano cuando proyectamos en los demás nuestra propia fragilidad al caer en envidias por nuestros propios temores cayendo en murmuraciones frívolas?
Ninguno de los que nos mantenemos en este caminar o peregrinar somos Santos, sea tu caminar corto o largo, vuelve a la humildad, reconócete pequeño ante el Santo de los Santos porque todos somos pecadores, todos cometemos faltas por nuestras debilidades y fragilidades.
El segundo escenario, reconocer la herida en nosotros… ¿cuál es esa herida abierta? Hoy haz una pausa, medita, pide al Espíritu Santo te brinde claridad y toma conciencia en un momento de silencio, pues no podemos sanar aquello que no reconocemos ni aceptamos… ¿hacia qué o quién sientes rencor o dolor? ¿qué evento o persona dejo en ti una herida? ¿fue en la infancia? ¿adolescencia? ¿recibiste alguna palabra injusta o hiriente? ¿te trataron injustamente? ¿levantaron en tu contra algún falso testimonio o calumnia? ¿experimentaste la traición? ¿te has sentido abandonado o rechazado? ¿te han herido en tu integridad y dignidad? El simple hecho de recordar la situación o experiencia, nos puede causar dolor, es por esta razón que es importante la oración y ser consciente que Jesús es quien nos acompaña y sostiene en el proceso.
Ahora bien, por un momento, viajemos con nuestra imaginación a la crucifixión de nuestro Señor, en el calvario ya Jesús se encuentra clavado en la cruz, pero a pesar del dolor y fatiga, aún así tiene fuerzas y exclama a Dios: Padre perdónalos por que no saben lo que hacen… ¿alguna vez hemos exclamado esta frase por quienes nos han ofendido? Al ser discípulos y seguidores de Cristo debemos imitar al maestro, entonces, en algún momento más que ver la falta de nuestro hermano, ¿hemos aprendido a unir nuestro sufrimiento al de Cristo? o ¿hemos comprendido que ese hermano aún camina quizá en una ceguera o que realmente no a conocido el amor de Dios como quizá lo he podido experimentar como persona? Y qué quizá la ofensa por la que me están haciendo pasar sea la forma de dar verdadero testimonio de mi seguimiento a Cristo…
El perdón es una gracia, por que perdonar es amar, no como lo hace el mundo si no con la caridad que deposita Dios en nuestro corazón cuando nos encontramos con él, como lo decía el Padre Pío: Pedir perdón es de hombres inteligentes, pero perdonar es de almas humildes, solo quien sabe perdonar, sabe amar…
Sea tu caminar largo o corto, profundicemos en el perdón que hemos recibido de Dios y cuanto nos ama a cada uno, a pesar de nuestras faltas, pero a su vez si nos han herido, tomemos la decisión de presentarle esa herida, ese dolor a nuestro Señor Jesús y emprendamos junto a él, una aventura de sanación y amor.