Oh bendito Dios,
Cuanto le cuesta al hombre ver su nada y
Reconocer que tú eres su todo…

Libéranos de toda frivolidad,
Libéranos de toda cadena,
Para que en medio de nuestra nada,
Sea tu gracia, la que nos conceda,
Reconciliarnos profundamente contigo, Dios eterno,
Pues solamente cuando la creatura se reconcilia,
De manera profunda con su creador,
Encuentra verdaderamente la paz,
Y es el inicio del idilio jamás pensado,
De la miseria y la misericordia.
Hasta llegado el momento de la transfiguración al amor mismo,
Siendo testimonio de fidelidad al amor verdadero.

Oh creatura, ¡despierta!
Pues el deleite no te lo brindará la carne,
Mucho menos el mundo,

Hoy decídete, creatura y lánzate a la aventura,
De caminar por el sendero estrecho,
Ese sendero estrecho que te arranca todo bagaje innecesario,
Pero que te conduce a la plenitud,
Para el gran reencuentro después del destierro,
El retorno a casa, en donde el alma por la eternidad, vivirá,
El dulce gozo de alabar al amor en la perfección del amor…

Hoy decídete y lucha, oh creatura,
Pues tanto es el amor de lo alto,
Que, si se lo permites,
Es su gracia, bañando tu voluntad,
Para que dejes el letargo, para que dejes el olvido de lo divino,
Y luches cual valeroso caballero,
Por la causa justa,
Que es el Reino de los cielos…}

Por: Milagro Barahona Montoya.