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septiembre 16, 2023Por: Milagro Barahona Montoya
“La humildad es algo muy extraño.
En el momento mismo en el que creemos tenerla,
ya la hemos perdido”
La historia de Caín y Abel la podemos encontrar en el capítulo 4 del libro de Génesis, muchos de nosotros, escuchado y también leído acerca de aquel derramamiento de sangre que un hermano causo en el otro, sin embargo, hoy planteamos la siguiente pregunta… en nuestro propio caminar ¿hemos profundizado y meditado en la enseñanza detrás del asesinato de Abel a manos de su hermano? … Caín fue movido por los celos y la envidia… pero ¿cuáles fueron las palabras de Yahvé para Caín cuando el enojo tocaba las puertas de su corazón? En Gn 4, 7 encontramos lo siguiente: “en cambio, si obras mal el pecado está a las puertas como fiera al acecho: tú debes dominarlo” por un momento pensemos… será que en nuestro caminar, ese caminar que debe ser seguimiento e imitación de nuestro Señor Jesús, con ayuda de la gracia y ejercitando la voluntad dada y respetada por Dios mismo, ¿estoy ejercitando mi dominio propio?
Tampoco creamos que esto queda solo en el antiguo testamento, nuestro Señor Jesús dice: “no he venido a abolir la ley si no a darle cumplimiento”, en el evangelio de San Lucas 15, 11, encontramos la parábola del hijo prodigo… sabemos lo sucedió con el hijo menor… pero hoy meditemos en la conducta del hijo mayor… ¿Cuál fue su reacción? ¿Cuál fue su comportamiento? Aún ante estas actitudes del hijo mayor, ¿Cuál fue la acción del Padre?
Joseph Ratzinger, en su libro Jesús de Nazaret narra lo siguiente: “y aquí se evidencia, que probablemente en secreto, él también había soñado con una libertad sin límites, que su obediencia ha acumulado interiormente amargura y no conoce la gracia de estar en casa, la verdadera libertad que tiene como hijo” … el hermano mayor era movido por una “envidia oculta” …
Sin importar, si nuestro caminar sea largo o corto, reflexionemos ¿Cuántas veces hemos tomado la actitud del hermano mayor, cuando otro hermano regresa a casa? Cuántos pensamientos han pasado por nuestra mente, exponiendo la injusticia de porqué un hermano es considerado más que nosotros mismos o quizá incluso, mi corazón ha experimentado un ardor, pero no por el fuego del Santo Espíritu, sino por el enojo mismo al no comprender porque Dios derrama bondad en otro hermano y no en “mí” como me gustaría, al no vencer al hedonismo en nosotros…
Seamos honestos con nosotros mismos y a la luz del Espíritu de la verdad meditemos en cuantas veces hemos tomado por nuestra propia mano el señorío que solo le corresponde a Dios y he juzgado el proceso de conversión de otro hermano… aprendamos a escudriñar nuestro propio corazón, cultivando la vida en el Espíritu Santo, pues ya lo dice San Pablo en su carta a los Gálatas 3, 3 “¿tan insensatos son? Habiendo comenzado por el espíritu, ¿terminan ahora en carne?... En este mes en que celebramos las sagradas escrituras, meditemos lo que narra San Pablo en la carta a los Gálatas en cuanto a los frutos de la carne en Ga 5, 19, reflexionemos en nuestro andar y permitamos que la palabra de Dios nos interpele, pode y restaure, si es necesario, clamemos a Dios la gracia de llorar nuestros pecados, porque aunque no cometamos pecados mortales como aquellos cuando estábamos en el mundo, recordemos que el orgullo, la soberbia, el celo y la envidia también son faltas si deseamos transfigurar nuestro corazón al de nuestro Señor Jesús…
Que Dios nos de la gracia, de crecer en el Espíritu Santo, siendo libres, pero con la libertad de hijos, siendo fieles a la voluntad que proviene de lo alto, pero sobre todas las cosas cultivando cada día el más importante de los dones “El Amor”.
