MISIÓN CARISMÁTICA – Abriendo Trochas
febrero 22, 2022No me acordaré más de tus pecados
mayo 1, 2022Milagro Barahona Montoya
En las sagradas escrituras encontramos en el evangelio de Lucas 22, 54-62 el texto en el cual se nos narra las negaciones de Pedro antes que cantará el gallo, sin embargo, en este escrito encontramos una frase muy particular: “y fijo su mirada en Pedro” dado que donde estaba apresado Jesús podía ver a Pedro, fue justo en el momento en que canto el gallo que la mirada de Jesús se clavo en Pedro y este salió de allí llorando amargamente… pero ¿Cómo sería la mirada de Jesús hacia Pedro en aquel entonces? Mejor aún, en esta semana Santa que ha dado inicio ¿Cómo será la mirada de Jesús para conmigo? Muchas veces en nuestro actuar o caminar olvidamos que Dios todo lo ve y todo lo escucha, olvidamos que lo que hagamos o digamos no solo edificará a los demás, también puede ser causa de heridas en otros, dejando de lado que nuestras acciones pueden alegrar o entristecer el corazón de Dios, ya lo expresaba Santa Brígida “Señor que mis conversaciones sean agradables a ti” pero tal es su infinito y abundante amor que sobre pasa toda razón, que él aguarda en silencio para darnos su perdón cuando volvemos con un corazón verdaderamente contrito pues como ya lo dijo una vez el Cardenal Sarah: “No engañe a las personas con la palabra misericordia, Dios perdona los pecados cuando nos arrepentimos de ellos” entonces ¿Cuán profundo habrá sido el arrepentimiento de Pedro luego de ese momento?
¿Alguna vez hemos prestado atención a la mirada de Jesús en el cuadro de la divina misericordia? Jesús le reveló a Santa Faustina (numeral 360) “Mi mirada en esta imagen es igual a la mirada en la cruz” La mirada de nuestro Señor Jesús como la describe Santa Faustina en su diario: “Su divina mirada llenó mi alma con un gozo tan grande que no encuentro palabras para expresarlo” “De verdad, qué dulce es la mirada de mi Señor” (numeral 560) Cuando Santa Faustina exclamo esta frase: fue porque viendo al Señor ella reconoció una falta que había cometido…
Como lo decía San Agustín al referirse al evangelio cuando habla de la mujer adultera, se encontró la miseria con la misericordia, entonces hermanos, esta Semana Santa el Señor fija su mirada en ti, en mí, en nosotros, su mirada de amor, de ternura, pero está en cada uno de nosotros dejarnos interpelar por el amor verdadero, permitir que la mirada de amor de Jesús escudriñe hasta lo más profundo del corazón y del alma misma para que sea despojado de nosotros aquello que no está bien, pueden ser: malos hábitos o costumbres muy arraigadas, mis afectos desordenados, aún buscó hacer mi voluntad ante lo que realmente me pide Dios, mi amor propio aún prevalece, que tanto estoy creciendo en verdadera humildad puesto que no puedo llamarme humilde si no estoy dispuesto como seguidor de Cristo a aceptar las humillaciones en este mundo, realmente estoy profundizando en la obediencia (palabra que muchos rechazan hoy), o me estoy dejando llevar por los deleites exteriores en búsqueda de mi mismo tras una falsa apariencia de bondad, será que realmente soy consciente de las tentaciones que me presenta el enemigo para ser capaz mediante el discernimiento, oración y penitencia hallar la raíz de las mismas y poder robustecer mi espíritu…
Sea tu caminar largo o corto, querido hermano, querida hermana permite que sea la mirada del amor verdadero, la mirada de Jesús la que se clave fijamente en tu corazón, para que, en esta Semana Santa, seamos menos nosotros y más Cristo en nosotros.