Con alegría compartimos el testimonio de un Cristo vivo en nuestros corazones. ¡Qué maravilloso ha sido ver Su gracia derramarse entre nosotros en estos días! Cada encuentro, cada momento de oración y de alabanza, nos ha llenado de Su amor y paz. Sigamos siendo testigos de Su obra, llevando Su luz y amor a todos los que nos rodean.
¡Gracias, Señor, por mostrarnos Tu presencia viva y transformadora!