
MI EXPERIENCIA EN: RETIRO PRE-CUARESMAL REBOZADOS DE ESPERANZA
abril 30, 2025Por: Milagro Barahona Montoya.
Hemos pasado la octava de pascua, hemos celebrado, cantado y alabado la resurrección del Señor… el día a día continua, nuestra cotidianidad sigue su curso, los proyectos, apostolados o el servicio que aportamos de igual manera continua, sin embargo, ¿en algún momento nos hemos adentrado en esta frase de las sagradas escrituras: “por sus llagas hemos sido sanados”? o simplemente hacemos de ella un eco vacío…

En la actualidad mucho se habla de sanación interior, de la importancia de revisarnos y permitirle a la gracia de Dios ir sanado aquellas situaciones que debemos trabajar en nuestras vidas… incluso nos encontramos con retiros de sanación, pero aquí surge un fenómeno en el cual nos gustaría adentrarnos: Sanación y conversión…
Ambos van de la mano, si estamos caminando en una verdadera coherencia, pues sería muy vano de nuestra parte hablar de sanación interior y que nuestra toma de conciencia, gestión y relación con los demás camine igual… podemos pasar de retiro en retiro, de taller en taller, pero ¿realmente hacemos el proceso?
Cuando una persona experimenta el amor de Dios, tocando su vida, su historia y sanado esas heridas en el corazón, vienen esos cambios los cuales, se van dando poco a poco y vamos madurando en nuestro camino de fe, cambiando nuestra propia manera de ver las situaciones que se nos vayan presentando… pero que sucede cuando salimos de estos encuentros y a los días vuelven los rencores, las rencillas, rivalidades, el buscar hacer quedar mal a los demás con comentarios despectivos, incluso utilizando las debilidades o flaquezas de los demás o gestionar desde una falsa humildad un servicio basado en el ego que busca enmascarar mis miedos, vacíos e incluso una falta de autoestima o amor propio ordenado… ¿Qué sucede allí? Qué sucede cuando reducimos nuestro seguimiento verdadero y profundo de Cristo a solo justificar un comportamiento privado de toda coherencia en la vida en el Espíritu porque “estamos heridos” … cómo le explicaríamos hoy a santos como Santa Faustina, Santa Catalina de Sienna, Santa Teresita del niño Jesús o San Francisco de Asís esta realidad, si al igual que nosotros fueron personas tan de carne y hueso como nosotros…
Que no se mal entienda o mal interpreten estas palabras pues todos estamos de alguna manera heridos y todos necesitamos hacer procesos de sanación, por algo contamos con la bella herencia de San Juan Pablo II con la teología del cuerpo, pero debemos señalar que estos procesos han de ser verdaderos, donde seamos imagen y testimonio que hemos sido sanados, redimidos y curados, acordes al proceso de metanoia que vamos viviendo… en dónde podamos gestionar mejor, evolucionando, creciendo y madurando… Pues como bien menciona una persona muy querida que es Rebeca Barba: “las heridas son el caldo de cultivo del pecado” … entonces surgen preguntas cómo: ¿hacia dónde estamos mirando? Realmente nos miramos a nosotros mismos, nos ejercitamos en un examen de conciencia como lo enseña San Ignacio de Loyola, como práctica ascética, para ayudarnos a mirarnos, para ayudarnos a buscar la raíz de aquello que me aqueja o de aquellos comportamientos en los que incurro en mis desatinos… y no solo como algo que hago el día anterior para confesarme o a los 5 minutos antes que llegue el sacerdote para el sacramento de la reconciliación… ¿estamos haciendo nuestros procesos de sanación con la profundidad y seguimiento que ameritan? O solo nos quedamos en la efervescencia del momento…
Dónde queda entonces “por sus llagas hemos sido sanados” … ¿hago del sacrificio de amor de Cristo mi verdadera medicina? Lo cual nos lleva a preguntarnos ¿Cómo vivimos la Eucaristía?
Comprendemos que hay procesos que debemos llevar en acompañamiento, sin embargo debemos tener la consciencia clara que muchas veces también reducimos la Eucaristía a “la misa de sanación”, cuando la misma es fuente de gracia y bendición como el culmen de los cúlmenenes en nuestra iglesia, pues es el mismo Cristo dándose y donándose en ella… olvidamos que todas las Eucaristías son sanadoras, la pregunta es: ¿Cómo nos preparamos cuando asistimos? y más al fondo, cuando comulgamos somos verdaderamente conscientes ¿Qué comulgamos? O hacemos de la comunión un rito superficial…
Sea nuestro caminar largo o corto, es un buen momento para meditar en las líneas de Isaías 53, 5 elevemos nuestra oración y clamor al cielo, para ser sanados de manera integral, para que el amor de Dios verdaderamente nos inunde y nos de la fuerza para seguir nuestros procesos de conversión y hacer nuestro caminar cada día en un discernimiento correcto y concreto.
Por: Milagro Barahona Montoya.