Queridos hermanos y hermanas:
Al llegar la fiesta de Navidad, deseo dirigirles a todos un sencillo mensaje de felicitación y de sincero afecto, que sea, al mismo tiempo, una llamada a vuestros corazones para que vivan sincera e intensamente el Misterio de la Navidad: la cercanía del Dios con nosotros.
Este año, por el coronavirus, la Navidad será diferente, no solo por las mascarillas. Probablemente tendrás que vivir la Navidad sin besos, sin abrazos, sin poder ver a tus padres, a tus abuelos, a tus hermanos, incluso a tus hijos. Algunos estaremos en la “burbuja familiar”, otros en la soledad de nuestras casas, quizá sollozando la pérdida de seres queridos, de puestos de trabajo, de tantas otras cosas.
A pesar de todas estas circunstancia debemos tener la convicción que nada pude opacar la Navidad, porque precisamente el auténtico significado de esta celebración es la manifestación del amor profundo de Dios, que envía a su Único Hijo, un pequeño niño indefenso que nace en medio de la pobreza, para que lo acojamos como nuestro Salvador.
Te invito a abrir las puertas de tu corazón para que Jesús Niño entre en tu vida, porque Él es nuestra Esperanza, es nuestro Camino, es nuestra Verdad y la garantía de nuestra Vida Eterna, donde ya no hay llanto ni sufrimiento. Aprovechemos la oportunidad para redescubrir la única y auténtica Navidad.
Por ello, lo único que necesitamos para celebrar de verdad la Navidad es mirar al cielo y poner nuestro corazón en el Niño Jesús, porque donde hay oración está Dios y donde está Dios hay Navidad.
Que la cercanía de Dios nos ayude y nos enseñe a ser cercanos también a nuestros hermanos y hermanas, a hacernos prójimos solidarios de sus alegrías y de sus penas.
Cambiemos el drama de la incomunicación que experimentamos en el interior de las familias, entre los grupos eclesiales y sociales; donde estamos al lado de una persona, pero no estamos con ella; dónde podemos cruzarnos, pero no encontrarnos. Por eso, también deseo -como obispo y pastor- que todos hagamos un gran esfuerzo para crear una corriente de cercanía en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Que nadie se sienta solo, que todos puedan experimentar el calor de la fraternidad.
Recuerdo un hermoso proverbio africano que dice: Lo vi de lejos y me pareció un arbusto; lo miré de cerca y me pareció un hombre; lo senté a mi mesa y encontré un hermano.
Con mi afecto y bendición: ¡Feliz Navidad a todos!
Panamá, 25 de diciembre de 2020.
† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.
ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ